Carta de amor de un hijo a su madre

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Carta de amor de un hijo a su madre

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Querida mamá
Mamá, el otro día, observando mi ombligo, me detuve a pensar qué pequeño y curioso testimonio de una conexión tan importante,
¡Una conexión que me recuerda cómo comenzó mi vida, cómo comencé a ser yo!
Hoy es difícil imaginar que alguna vez fuera tan pequeño,
que dependía completamente de alguien, Y ese alguien eras tú, mamá.
Tú me mostraste mi primera mariposa y mi primer arco iris.
Estabas a mi lado cuando ensayé mis primeros pasos.
Fuiste la primera persona que me hizo reír
y escuchaste que la primera palabra que dije fue: “Pa-pá” (¡perdóname, mamá!)
Me encanta que la gente diga que me parezco a ti, ¡porque es verdad!
Tenemos los mismos ojos, las mismas orejas y la misma nariz.
Y si los miras de cerca, verás que hasta los dedos de nuestros pies son parecidos.
Aunque, si lo piensas bien, no es tan sorprendente, siempre seré una parte de ti por que tú me creaste.
Has esculpido mi rostro con un millón de besos cariñosos.
Me has enseñado todas las cosas importantes de nuestro mundo y mi lugar en él.
Todo lo aprendí de ti, mientras te escuchaba y te observaba.
Has compartido conmigo todos los valores que te hacen tan especial:
la bondad, el perdón, la honestidad, la perseverancia, la consideración y principalmente, la paciencia.
También me enseñaste que, incluso el día más terrible,
parece mejor con un vaso de leche tibia y galletas.
(Tu serena filosofía de leche tibia y galletas, mamá, me ha ayudado a atravesar los momentos más difíciles,
mucho más a menudo de lo que puedes imaginarte).
Lo que trato de decirte, mamá, es que eres la base sobre la que se ha formado mi personalidad.
Y sólo me queda una palabra: ¡Gracias!
¡Gracias! por haberme colmado siempre de abrigo, de seguridad y de amor,
por haberme dado todo lo que necesitaba para crecer y desarrollarme.
¡Gracias! por que siempre estabas dispuesta a llevarme a todos lados.
¡Gracias! por las exquisitas comidas de las que te ocupabas con tanto amor, día tras día, año tras año.
Y te agradezco especialmente, mamá,
por aquel increíble aroma de pan recién tostado, por las mañanas.
¡Gracias!, por dejar a tu tesoro de dos años jugar con tus posesiones más valiosas
y por no haber dicho: “Te lo dije, te lo dije”, todas las veces que hubieras querido.
¡Gracias! por levantarme cada vez que necesitaba un abrazo o ver algo desde la mejor ubicación.
Lo que seguramente no ha sido nada bueno para tu espalda, mamá.
¡Gracias! por volar a rescatarme cada vez que me oías gritar: “¡Quiero a mi mamá!”
Siempre has sabido qué decir o qué callar, para hacerme sentir mejor.
¡Gracias! por tantos cálidos y amorosos abrazos.
Por que arreglabas juguetes y corazones rotos una y otra vez, gracias mamá.
¡Gracias! por alentarme a buscar la belleza dentro de mí y a mantenerme siempre en pie.
¡Gracias! por asegurarme que podría crecer y alcanzar el éxito en cualquier cosa que me propusiera,
si creía en mí de la misma manera en que tú lo hacías.
Pero mamá, los dos sabemos que aunque nuestra relación ha sido maravillosa,
no siempre fue tranquila y perfecta.
Por que yo, que soy la alegría de tus ojos no siempre te hice reír.
¡Perdóname! por las veces que te hice enojar,
o por haber hecho que te preocuparas por mí, y por todas las noches de insomnio que te causé.
¡Perdóname! por haberme revolcado en el barro,
después de que me hubieras puesto mi mejor ropa y mis zapatos nuevos
y por preguntar: “¿Falta mucho?, ¡falta mucho? Cada vez que salíamos.
Discúlpame por intentar huir tantas veces del baño
y por ponerme difícil a la hora de ir al colegio o cuando no me dejaste hacerme aquel tatuaje.
Me arrepiento de todas las ocasiones en que me puse insoportable,
especialmente, en los mejores restaurantes.
Hoy me siento mal por las veces que te desperté a las cinco de la mañana el día de mi cumpleaños
o en Navidad y por todas aquellas noches en que no había manera de que me durmiera.
Perdóname por no haberte dado más tiempo para ti misma.
Aunque fueran unos pocos momentos tranquilos para pensar, para soñar.
Ahora comprendo a cuántas cosas renunciaste por mí.
Por que mi tiempo para jugar siempre estuvo primero que tu tiempo para descansar,
mis comidas eran más importantes que las tuyas,
y mi entrenamiento para dejar los pañales estaba absolutamente antes que nada.
Cada vez que tratabas de relajarte, yo irrumpía en tu habitación exigiendo: “¡Mamá, me muero de hambre!”
“¡Mamá me aburro!”
“¡Mamá, no encuentro a mi mascota en ninguna parte. Levántate y ayúdame a buscarla ahora mismo!”
Hoy comprendo cuántas cosas he logrado gracias a ti,mamá
y quisiera tener más de una vida para devolverte todo lo que me has dado.
Me mostraste un mundo lleno de amor y maravillas,
me enseñaste a encontrar mi propio camino y me has hecho mucho más feliz de lo que puedas imaginar.
Quiero que todo el mundo lo sepa: ¡Mi mamá es la mejor mamá del Universo!
¡Gracias! mamá. ¡Gracias por todo!

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